Por Isabel Casado.- España sigue teniendo una tasa de abandono escolar muy por debajo de la media Europea, y sin embargo, no parece importarle a nadie. Generaciones perdidas gracias a la memorización y estandarización de la educación.

Un año más hemos vuelto a suspender, recientemente han llegado los resultados sobre el índice de justicia social que publica anualmente la fundación alemana Bertelsmann; y una vez, nos situamos en la cola de Europa, en desempleo, precariedad laboral, entre otras, pero sobretodo en educación. Quizá parezca algo que carezca de importancia, o al menos esa es la sensación que damos, al no hacer frente a esta lacra que sigue castigando nuestra sociedad. No somos capaces de ver más allá, de ver las infinitas ventajas que tiene un país en el que la educación es el principal motor de la economía, únicamente nos manifestamos contra las reválidas, y demás desechos de leyes que los gobiernos de turno van cambiando por sentirse un poco mejor e intentar, de alguna forma, contribuir a algo. No obstante, nadie se manifiesta o alza la voz en contra del sistema vigente, que lleva años sin cambiar de método, y que sigue haciendo que en el año 2016 la tasa de abandono escolar se sitúe en más del 20%. Quizá estos datos nos parezcan poco, pero esto se traduce en millones de niños y niñas que no alcanzan ni siquiera los estudios de bachillerato cada año, esto implica, una mayor precariedad laboral, un menor avance de la sociedad, y por supuesto una forma más fácil de manipular y engañar. Existen diversas fuentes que han demostrado una y otra vez la importancia de la educación para el desarrollo económico de un país, economistas como Adam Smith, considerado como el padre de la Ciencia Económica destacaba la importancia de la educación en el bienestar económico; cada año se realizan informes por parte de economistas en todo el mundo para señalar cuán importante es, y cómo la educación promueve, además, la innovación y la investigación, que son los siguientes pilares de desarrollo de una sociedad. Llegados a este punto, está claro que debemos realizarnos varias preguntas: ¿Qué está pasando, por qué la instititución de la educación lleva 100 años sin mostrar un avance, un cambio? ¿Por qué se ignoran la infinidad de estudios que indican que la importancia? ¿Por qué no ponemos una solución?

En mi opinión, la primera y más básica solución radica en cambiar el método de enseñanza, que debería estar basado en el aprendizaje, no en la memorización. La escuela tiende a “matar” los cerebros de miles de niños que acuden aburridos, extasiados, y sin ningún tipo de incentivo, sin aplicar los conocimientos, sin ganas de razonar ni pensar; y que por supuesto muchas veces se encuentran con profesores desmotivados, sin vocación alguna por la enseñanza, extasiados, a veces mal preparados, y cansados por las faltas de educación y respeto que muchos presentan. ¿De verdad creemos que así podemos inculcar unos valores serios en una sociedad? ¿Dónde quedan la creatividad, la imaginación, el razonamiento y la investigación de los niños? La respuesta es sencilla, es mucho más fácil ordenar tareas, fijarte a unos conocimientos pre-establecidos, que en muchas ocasiones exceden la capacidad y tiempo asumibles, tanto por profesores como alumnos; y pedir que “estudien” los conceptos de memoria. Y todo esto exactamente igual para todos los alumnos, sin importar las aptitudes de cada alumno y la capacidad para desarrollar mejor o peor un área. Pero, ¿y qué pasa si se esconde el mejor matemático español en alguna de esas mentes aburridas por la lengua, y pierde las ganas de seguir esforzándose, porque se encuentra con deberes, mil exámenes, y ejercicios que no le suponen ningún beneficio? ¿Qué pasa si en alguna de esas niñas está la próxima Premio Planeta, pero no se le dan bien las matemáticas, y no logra forjarse su carrera hacia la universidad para estudiar algo que sí le proporciona satisfacción y felicidad?

¿Por qué no empezamos a valorar las capacidades de cada niño y niña, y ayudarles a que encuentren el camino que más les guste? ¿Por qué no dejamos que los niños de 8 años sigan jugando en las clases, que aprendan divirtiéndose, que piensen, que investiguen y apliquen los conocimientos que aprenden? Necesitamos que los niños y niñas de nuestro país piensen, razonen y sean capaces de aplicar los conocimientos en su vida real, porque si no, nunca serán capaces de resolver los problemas que les surjan durante la vida.

Generaciones y generaciones perdidas por no emplear la razón, la lógica, el pensamiento, por no criticar y evaluar, de forma objetiva, cada cosa que escuchan, por no valorar con argumentos cada cosa que ven, por no investigar y jugar, están perdiendo hasta la capacidad de imaginación, y eso es intolerable.

Establecer un método que favorezca el aprendizaje, en el que todos los niños se sientan a gusto y puedan disfrutar aprendiendo, no memorizando lecciones interminables que al día siguiente ya están en el más absoluto olvido. Un método, que permita la crítica, el debate, las valoraciones múltiples, el pensamiento de todas las formas posibles, y sobre todo el respeto hacia cada tipo de persona. Un sistema que no abogue por educar a ovejas que siguen al pastor del ganado, sino un sistema que abogue porque las ovejas se dispersen y piensen en lo que les hace feliz. Porque esa es la raíz por la que deberíamos guiarles, por encontrar aquello que les haga feliz, lo cual además, no sólo les beneficiará a ellos, sino que permitirá que nuestro país se desarrolle a todos los niveles, tenga una mayor productividad, y, ¿quién sabe? puede que tengamos mil Einsteins, Steve Jobs, Marie Curie, Rosalind Franklin, encerrados en cerebros que abandonan inexorablemente la educación.