Sofi Or tiene 19 años, las ideas muy claras y unos ojos verdes grisáceos grandes y profundos. Nació en Israel, donde su familia está afincada desde hace varias generaciones. Se considera afortunada por haber crecido en un entorno de izquierdas y por la educación que ha recibido; ambas cosas la llevaron a rechazar el servicio militar obligatorio para todos los y las jóvenes israelíes. Ese servicio es de dos años para las chicas y de tres años para los chicos desde el comienzo de la guerra en Gaza en octubre de 2023.

Relata que sus padres le enseñaron a hacerse preguntas y a no aceptar las cosas tal y como son. Por ello, no asumió que tenía que hacer el servicio militar como “lo normal” y “un hecho” consumado. Desde los 15 años decidió que no lo haría. “Mi decisión vino de hacerme preguntas que la mayor parte de las personas en Israel no se hacen”, afirma la joven, sentada en un parque de Tel Aviv próximo a la Universidad donde a partir de noviembre estudiará la carrera de Ciencias Políticas.

“Cuando empecé a hacerme preguntas y a tratar el asunto como una decisión, y luego como una decisión política, empecé a obtener respuestas”. De esa forma llegó a la conclusión de que, además de no hacer el servicio militar, quería rechazarlo de forma pública y que fuera un “acto político y de resistencia”.

Or se convirtió así en uno de los pocos refuseniks de Israel, que se enfrentan a juicios militares y a penas de cárcel por negarse a servir en el Ejército. Fue condenada a 20 días de prisión dos veces consecutivas y luego a otros 45 días. Ahora forma parte del grupo activista Mesarvot, el nombre en hebreo que reciben las chicas que no quieren hacer el servicio militar. (eldiario.es) (Leer más)